El primer día sin mamá

Saliendo del país

Tengo firme convencimiento de que los buenos sueños se contagian. Uno de los sueños de mamá siempre fue viajar, conocer el mundo. Tal vez el sueño no fue lo suficientemente grande como para hacerlo realidad.

Un hermano del corazón me dijo una vez que la historia de mamá ya fue escrita y ahora es momento de escribir la mía. Esas palabras no dejaron de resonar en mi cabeza, fue como haberme «entregado» la capacidad de hacer y deshacer a mi parecer. Para algunos se escucha muy bien, pero el poder hacer o deshacer siempre tiene consecuencias, y de esas, nadie te libra.

Recuerdo que en los primeros días de haber cremado el cuerpo de mamá, estuve buscando el lugar donde depositar sus restos. No le satisfacía la idea de ser enterrada en un cementerio, pero amaba la naturaleza con ímpetu. 

Tuve la cajita donde yacían sus cenizas en el mesón de la cocina en lo que me tomaba el tiempo de encontrar el lugar que le hubiera gustado (cuando hablamos de la muerte ese fue el único tema que quedó pendiente en especificar). Mamá perdió la vida de la manera más inocente. Cayó al suelo y ya no pudo levantarse, murió de manera inmediata, sorpresiva y seguramente sin dolor. Cuando la ví, su expresión era serena y llena de paz.

Mientras pensaba en todo esto, recordé todo lo que decía que quería hacer y no hizo. Cómo le brillaban los ojos cuando escuchaba las aventuras de sus amigos y de mis tíos al salir del país. Cuando hice su memorial, al depositar sus cenizas bajo el árbol que sembramos, venía a mí la idea de guardar un poco de ella, para que al momento de viajar, pudiera llevarla conmigo y esparcirla en el viento del país al que fuere, y así, ella podría conocer los mismos lugares que yo.

No lo hice. 

Aunque no tenga los restos de mamá para hacer que conozca el mundo, tengo suficiente de ella en mí para que vaya a donde voy, y para que quienes me conozcan, la conozcan también.

Tengo tanto de mamá, «mamá purita», dicen algunos. Y ahora mamá y yo, tenemos un primer destino internacional: Río de Janeiro, Brasil.

Al despedirme de mi familia en el aeropuerto, no pude evitar añorar el abrazo de mamá, no pude evitar el dolor de extrañarla al no tener sus besos, sus abrazos y su bendición para salir del país. No puedo evitar la nostalgia, pero lo que sí puedo evitar es vivir soñando, en lugar de vivir mis sueños.

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El primer día sin mamá

julio 24, 2025